viernes, 17 de abril de 2015

Mucho mas que un beso.


En Málaga jamás hubiera sido capaz pero es cierto que cuando salgo de aquí con un par de copas en la oscuridad de una discoteca y respaldada por mis amigas soy capaz de entablar conversación con cualquiera.
Sucedió la noche de un jueves en un viaje exprés inesperado, de esos en que todo sale rodado sin la menor planificación. A una amiga le tocan entradas para el teatro La Latina y piensa en mi para compartirlas, otra nos presta su casa y nos concede su compañía y de la noche a la mañana después de unas cuantas horas de coche llegamos a la capital de España convencidas de disfrutar de una velada de risas y fiesta.
Todo ocurrió en una conocida discoteca en la que nos proporcionaron un trato exquisito, debió ser que nuestro acento andaluz nos delató y siempre acompañado por una sonrisa y buenos modales se hace casi infalible.
Estábamos en un lateral de recinto cuya pista de baile se encontraba unos escalones por debajo, divisé a lo lejos a aquel chico, solo, apoyado en una barandilla como si esperase a alguien o estuviera realizando alguna tarea de observar pero mi primer pensamiento es que trabajaba allí de imagen.
Su aspecto impecable, actitud distraída y ubicación donde se le veía perfectamente desde cualquier punto me hicieron pensar así.
Comentamos su atractivo y nos dispusimos a acercarnos para que la amiga que olvidó sus gafas en casa pudiera disfrutar del panorama como las demás y allí que acabamos a su lado.
Junto a él elucubramos sobre el motivo porque el que se encontraba sin compañía y ellas me retaron a preguntarle, no lo pensé ni un segundo, lo estaba deseando, me giré hacia él y toque su hombro con timidez, se volvió esbozando una pequeña sonrisa que se reflejó en la mía y sin mas dilaciones le pregunté por qué estaba solo.
Su encanto se hacía más intenso enredada en su perfume y embriagada por su acento, sentí como mis pupilas se dilataban cual niño pequeño frente a una tienda de chuches uffff...
Contestó que era italiano y que estaba en casa de su tío por unos días, vivía cerca de allí y había decidido bajar un rato.
Asentí satisfecha y feliz por su respuesta, no esperábamos a nadie que nos aguase la fiesta ni había nada que se interpusiera en la posible charla entre ambos. Me presenté e hice lo propio con mis amigas, creo recodar que ellos no cruzaron mas que un simple hola y empezamos.
La tertulia no era fácil, su español era regular y mi italiano inexistente pero fluían los temas como si nos conociésemos de siempre, cada vez más asombrada escuchaba con atención sus historias.
Había venido una semana de vacaciones antes de emprender un viaje, a priori sin retorno previsto, a Nueva Zelanda, su trabajo hasta entonces en Italia era tanatopractor (el que arregla los muertos), me pareció súper interesante, comentaba con total naturalidad alguna de sus funciones como afeitar una barba e hizo alusión al absoluto silencio en el que desempeñaba su cometido. Hablamos de mi septum, de sus tatuajes, los cuales quise ver y un poco ruborizado me enseñaba mientras describía el porqué de cada cual, uno de ellos me llamo especialmente la atención, me preguntó al llegar al él que qué veía yo y sinceramente me puse nerviosa y no supe contestar.
Se había levantando unos pocos centímetros la camiseta por un lado, como si no quisiera que se viese mas que ese trocito de piel pintada que terminaba entrando en su pantalón y por poco que destapase era inevitable divisar un marcadísimo oblicuo, músculo hecho para el deleite de cualquier mujer que me impidió pensar con claridad. Era una mano el tatuaje.
Recuerdo que también hablamos de fútbol, me contó cómo se vivió desde su país el robo en Dormunt, los partido de champiosn de mi Málaga contra el suyo Milán, de la Fiorentina de Joaquín y algunos de la liga española.
El local nos permitía hablar mirándonos a la cara, no es el típico sitio que tienes que gritar al oído y a veces me iba unos segundos del tema analizando su rostro.
Sus ojos son de un azul oscuro, tirando a gris, nunca había visto unos así, su nariz es perfecta, marcada, masculina, ni grande ni pequeña, lucía como tantos una frondosa y cuidada barba que le favorecía como a pocos, mandíbula exuberante y es alto. Lo justo para poder jugar con la mirada llevando taconazos, pero que no resulte incomodo para nada. Llevaba puesto una chaqueta negra, camiseta blanca y pantalón vaquero.

Entre tanto pasaron horas, me contó también algún momento duro que le había llevado a tomar la decisión de irse y como lo vivió con su familia el tener que dejar su casa con el enorme sacrificio que le había supuesto hasta entonces y el cual ya no podía afrontar.
Me invitó a una copa, eso hizo que nos alejáramos un poco de mis amigas. Yo me sentía cada vez más cómoda, mas en confianza, tenía la triste certeza de que debía resignarme al hecho de que había conseguido hacerme amiga del que me gustaba. No había tonteo, no había insinuaciones, era muy agradable pero yo quería más.

Volvíamos en pocas horas al sur y nuestras copas habían llegado a su fin, cuando soltamos los vasos me pregunto la hora, era tarde, muy tarde! Se la dije y....

Sin cruzar palabra me besó, si!
Fue un beso de esos que parece te lleva dando toda la vida, compenetrado, dulce a la par que excitante, unos segundos en los que no sabia donde estaba ni que estaba pasando, en los que solo existíamos él y yo. Me encantó!
Nos separábamos lentamente, no me lo creía aún y entonces exhale un suspiro suave por el que salía toda la fuerza de mi cuerpo mientras mi mirada iba de sus labios a sus ojos sin levantar a penas la barbilla y con mi boca aun entreabierta, hubo un leve cruce de miradas que me deshizo por completo y de nuevo me abrazo.
En esa segunda embestida despertó mi instinto mas salvaje, baje mi mano de su barba acariciando su pecho para terminar en su espalda acercándole a mi casi con la misma intensidad que él lo hacía para sentir completamente pegados nuestros cuerpos y mi otra mano se dirigió a su nuca buscando jugar con mis dedos entre su cuello y barba.

Me gustaría continuar el relato, con un final apropiado a semejante escena pero lo cierto es que ahí acabó. Me recordó que hablaríamos por Facebook, se despidió de mis amigas y se fue dejándome allí temblorosa y sin palabras que describieran lo que había pasado.
En su despedida se leía un acto de valentía de un chico casi una década menor que yo que consiguió que eso se me olvidara por completo durante toda la noche.

No se si la vida nos dará la oportunidad de un tercer y definitivo beso, lo cierto es que no lo espero, a parte de la inmensa distancia también nos separa la edad pero invitado a conocer málaga está así que nunca se sabe.

Por ahora como se prometió hablamos alguna que otra vez a través de esa red social. Está al otro lado del mundo en su nueva aventura. En la última conversación me felicito por la victoria en el camp nou y me dijo que seguía desde entonces al Málaga CF, un sol!

Me quedo con un bonito recuerdo que he querido plasmar por aquí para que no caiga en el olvido y con la reflexión de si existen esos besos solo en circunstancias tan difíciles o si la dificultad la pongo yo aquí por mi miedo.

Muchas gracias por leerme, espero que os haya gustado y beso enorme.